Tan cerca, tan lejos – Parte VII

El bus impactó el carro, nos tomó de costado. Con la velocidad a la que venía el bus, sumado a la forma como salí, el carro se fue por el barranco al otro costado de la carretera. Dimos varias vueltas entre los arbustos y el prado que caía de la falda de la montaña. Yo veía como todos los vidrios rebotar sobre su rostro, mientras sentía como cada cosa que me tocaba entraba en mi cuerpo y me atravesaba. Nada me dolía, pero ver como a ella todo lo que la tocaba le hacía daño me dolía en lo más profundo de mi ser.

Por fin paramos de dar tantas vueltas y medio inconciente la miré, ella estaba bien, logró quitarse el cinturón de seguridad y cayó sobre el techo. El carro había quedado boca-arriba. Se dió la vuelta y comenzó a gritar mi nombre. Con voz pausada le dije que había sido lo mejor en mi vida y que no había podido terminar mi vida en mejores manos. Me besó y me gritó que me callara. Yo ya sabía mi destino. Siguió gritandome en medio de su desespero y me pidió que la ayudara a soltarme el cinturón, para que salieramos de ese sitio. Sentí un sueño profundo, apreté su mano con las fuerzas que me quedaban. Cerré mis ojos y en el fondo oía su grito y su llanto. Comenzaron a sonar sirenas y poco a poco el sonido fue disminuyendo. Todo era caos, todo fue confución y de repente una increible calma...

- - - D E S P E R T A R - - -