Un día rutinario, un país rutinario, una ciudad rutinaria, una vida rutinaria. Tomó su iPod, sacó de la maleta los audífonos y los conectó, metió el iPod en el bolsillo delantero izquierdo del jean. Tomó esa chaqueta verde con las tres rayas que indicaba ser Adiddas, esa que tanto le gustaba, se la colocó y por dentro pasó el cable de los audífonos, pasó la cremallera y la subió hasta su cuello. En realidad hacía frío. Habían pasado muchos años con sus días desde que ella había desaparecido de su vida, pero aún su recuerdo pasaba por su mente al escuchar ciertas canciones y visitar ciertos lugares. Salió de su oficina y caminó por la acera de una calle en la que había nevado unas horas antes. Recordó haber dejado la bufanda, pero afortunadamente ya iba para su cálido apartamento de soltero.
Bajó las escaleras para tomar el metro y al rededor de cientos de personas esperó. Movía sus piernas para no enfriarse y soplaba sus manos con fuerza para mantener la temperatura. El metro arribó. Subió, al igual que los cientos de personas que allí esperaban. De pié, sosteniéndose con una de las varillas verticales y viendo por las ventanas las oscuras paredes del subterráneo de re-ojo divisó un reflejo. Una hermosa figura femenina, no tan pálida como la de las mujeres de ese extraño país. Era la figura conocida para él, pero volvió la luz de una de la siguiente estación del metro y allí perdió el reflejo. Intentó verla por entre la gente. Comenzó a caminar entre la gente hacia ella. Solo veía su espalda, pero tenía una certeza de lo que ese reflejo le había mostrado. Su corazón palpitó increíblemente exaltado. Continuó caminando entre la gente y a medida que se acercaba sentía más ese aroma que tanto extrañó desde la noche que la perdió.
Parado tras de ella, no supo que hacer. Dudó y lo pensó, trató de girar para devolverse, había pasado tanto tiempo, tantos días (más de mil). Su vida había cambiado, hasta el país en el que todo había sucedido era diferente. No sabía que decirle. Ella sintió detrás una respiración agitada, nerviosa, extraña en su espalda. Giró y lo vio. Sus mentes tuvieron esos momentos de imágenes del pasado, miles y millones de ellas se vinieron en un solo instante y sin decir una sola palabra ella lo abrazó. Él la alejo e intentó preguntarle que hacía en esa ciudad, pero ella no se lo permitió sellando sus labios con un apasionado beso. Todo lo que había sucedido entre ellos era pasado, el metro, las personas, el mundo se detuvieron en ese preciso instante y como si fuera un sueño ella le dijo: "Por fin te encontré".
OMG!!! Me sacaste de la rutina para leerte y me encanta!!!!!
ResponderBorrarDefinitivamente tu y tus formas de hacerme sentir con tus historias!!
Que bella historia, tan sencilla y hermosa!!!
ResponderBorrarY así con un "Por fin te encontré" sellas con el mejor final,
dandole paso a la imaginacion!!
:)
Excelente! :P
Como siempre, excelente!!
ResponderBorrarWow!
ResponderBorrarExtrañaba mucho leerte y todos esos sentimientos que generan tus historias!
Muy bueno!
ahhh yo quiero un por fin te encontre para mi!!!
ResponderBorrarWOW!! Q LINDO
ResponderBorrarEsta espectacular esta historia, me encantoooo, que romantico. Me fascinan este tipo de mini relatos =D
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